Ser parte de La Anónima

Mónica Beltramo
SIEMPRE TRATO DE CRECER Y MEJORAR
Mónica Beltramo comenzó desde muy joven en el supermercadismo y en 2007 fue una de las primeras en sumarse al equipo de Quijote en Rafaela. Hoy es Gerente de la Sucursal 173 de Junín. Mi historia es una prueba de que las posibilidades de crecer en La Anónima están para todos, dice.
Nació en San Justo, provincia de Santa Fe. Después de terminar el secundario comenzó a estudiar la carrera de policía, pero un problema de salud le impidió continuar. Tenía 20 años cuando Mónica Beltramo consiguió trabajo en un minimercado en la ciudad de Santa Fe y poco tiempo después regresó a su ciudad natal, donde la tomaron en un supermercado que después de 5 años pasó a manos de Quijote. Posteriormente pasó a ser la sucursal 171 de La Anónima.
¿Qué tareas realizabas en tus inicios en el sector?
Empecé como Cajera. Fui Auxiliar de Supervisión y luego comencé a ayudar en la gestión de la Gerencia. Cuando pasamos a ser Quijote, tenía el puesto de Cajera Principal. En 2012 me nombraron Gerente Administrativo, y seis meses después me propusieron la capacitación para Gerente de Ventas.
¿Qué te atrajo del nuevo puesto?
Fue una sorpresa y hoy es una gran alegría el haber crecido en La Anónima. Realicé seis meses de capacitación en Rafaela y cinco meses en Esperanza y en San Jorge, en la provincia de Santa Fe. Terminé la formación en Buenos Aires, en julio de 2012, y comencé a ejercer las nuevas tareas en la Sucursal 171 de San Justo.
¿Cuándo se dio el traslado a la Sucursal 173 de Junín?
La oportunidad llegó el año pasado, y ya hace un año que estoy en Junín. Mi historia es una prueba de que las posibilidades de crecer en La Anónima están para todos.
¿Cómo recibió tu familia la noticia?
Muy bien. Gustavo, mi marido, es Profesor de Educación Física. En San Justo tenía un cargo interino, así que se inscribió para conseguir trabajo en la nueva zona y consiguió un cargo en Teodelina y un trabajo como preparador físico de un club. También se adaptaron muy bien al cambio nuestros dos hijos: Nicolás, de 14 años, y Facundo, de 11. A los que más les costó fue a mis padres, porque ahora estamos a 500 kilómetros.
¿Fue difícil adaptarte al nuevo grupo de trabajo?
No voy a negar que tenía un poco de temor por -que venía de trabajar con gente a la que conocía de toda la vida y me sumaba al equipo de una sucursal que ya tenía cinco años de antigüedad. Por suerte el ambiente y el equipo de trabajo es muy bueno, y me sirvió para comprobar que en definitiva en todos lados somos personas que queremos estar bien, progresar y ayudarnos mutuamente. Y tengo un agradecimiento especial para mi Gerente Zonal, José Pellegrino, que me enseñó y me enseña todos los días.
¿Qué fue lo mejor de estos años?
Estoy feliz por el bienestar de mi familia. Nosotros crecimos con ciertas limitaciones y tratamos de que nuestros hijos no las tengan. Somos muy unidos y cuando uno avanza, avanzamos todos.
¿Y a nivel profesional?
Me gusta estar en movimiento, tomar riesgos y desafíos. Empecé con el contacto directo con el cliente, como cajera, luego trabajé en el sector administrativo y ahora tengo tareas comerciales. Cuando surgió esta posibilidad me pareció un desafío muy importante y lo aproveché, me animé y al día de hoy estoy muy contenta porque siempre trato de crecer y mejorar. Agradezco enormemente a La Anónima por todo lo que hoy tengo.
¿Cuál es tu consejo para los que recién ingresan?
Que aprovechen las oportunidades que La Anónima siempre tiene para las personas que quieren prosperar, que piensen en su futuro, que en base a eso van a tener grandes posibilidades.